Siempre que recuerdo un día de "mona" o de "La Jira" (una fiesta de Aspe) de mi niñez, inevitablemente recuerdo este juego, pues es al que siempre acababa jugando con los hijos/as de los amigos de mis padres. Años más tarde me encargué de dirigirlo cuando trabajaba como monitor en el comedor escolar; ¿una pega? habían niños que preferían "quedarla" y no huian.
Es un juego para gran grupo. Los participantes forman un círculo y el
jugador que se la queda se coloca en el centro con la
pelota. Éste tiene que lanzar la
pelota hacia arriba, verticalmente, y a la vez decir el nombre de uno de
los participantes, que deberá recoger la pelota lo antes posible y
gritar tras cogerla "¡piés quietos!". Los demás jugadores que hasta ese momento se
alejaban corriendo de la pelota, deberán pararse y permanecer inmóviles.
El jugador nombrado y en posesión de la
pelota, dándo un máximo de tres pasos lanzará la pelota desde donde la haya cogido a uno de los
jugadores para intentar tocarle. Este último podrá mover el cuerpo para
intentar esquivar la pelota, pero nuncca podrá mover los piés. Si la
pelota lanzada toca al jugador, será éste el que tenga que correr tras la pelota y gritar de nuevo "¡piés quietos!" repitiendo el mismo procedimiento. Si la pelota no toca al
jugador, será el mismo quien tedrá que correr de nuevo tras la pelota. Si el jugador al que le lanzan la pelota la coge con las manos, se salva y sigue lanzando el mismo.
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