Cuando trabajaba en el comedor escolar, el día que tocaba como actividad juegos organizados siempre había alguien que preguntaba: "¿Hoy vamos a jugar a vivos y muertos?", y normalmente no era uno/a solo/a. Creo que era el juego que más les gustaba. En verdad, es un juego divertido que siempre funcionaba muy bien y, normalmente, me podía permitir estar con ellos como un jugador más integrado en uno de los dos equipos porque tenían muy bien asumidas las reglas.
El campo de juego es rectangular (normalmente se utilizan pistas polideportivas). Se divide por la mitad con una raya
trazada en el suelo muy visible que sirve para separar los dos
campos, junto a otra en la parte trasera de cada uno de ellos. Estas rayas traseras delimitan el campo de los "vivos" y el de los muertos (denominado "cementerio"), que és a partir de estas hacia atrás. El cementerio de cada grupo está a continuación del campo del contrincante.
El objetivo es lanzar la pelota a los adversarios para eliminarlos del juego; para ello un jugador/a debe golpear con la pelota a un integrante del equipo contrario y caer al suelo dentro del campo del eliminado. Cuando se elimina a alguien, este se traslada al cementerio, que tiene la oportunidad de lanzar desde allí para eliminar a alguien del equipo contrario; si lo hace, recupera su vida. Cuando la pelota sale del campo de los vivos, pertenece a los jugadores del cementerio.
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